*] al soplo de sus labios entreabiertos. [*]
Fatigada del baile, encendido el color, breve el aliento, apoyada en mi brazo del salón se detuvo en un extremo.
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Entre la leve gasa que levantaba el palpitante seno, una flor se mecía en compasado y dulce movimiento.
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Como en cuna de nácar que empuja el mar y que acaricia el céfiro, tal vez allí dormía [
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¡Oh, quién así, pensaba, dejar pudiera deslizarse el tiempo! [*] ¡Oh, si las flores duermen, qué dulcísimo sueño!
Gustavo Adolfo Becquer
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