Los Nenufares

Los Nenufares
El que tiene imaginación con qué facilidad saca de la nada un mundo

viernes, 5 de diciembre de 2008

EL CORTEJO INVISIBLE


El cortejo invisible

¡Oh!, ¿quién pintó tu vestidillo, hijo mío? ¿Quién cubrió tu delicado cuerpo con esta túnica encarnada? Por la mañana saliste al patio para a correr y jugar, tambaleándote y cayendo a cada instante.
Pero ¿quién pintó tu vestidillo, hijo mío? ¿Qué es lo que te hace reír, capullo de mi vida? Tu madre te sonríe, de pie en el umbral.
Cuando ella bate palmas y resuenan sus brazaletes, tú bailas como un pastorcillo, la caña de bambú en la mano.
Pero, ¿qué es lo que te hace reír, capullo de mi vida?
¡Oh, pequeño mendigo! ¿Qué le pides a tu madre, colgándote de su cuello con las dos manos? ¡Oh, corazoncito insaciable! ¿Quieres que tome la tierra del espacio, como se arranca un fruto, para ponerla en la palma de tu breve mano? ¡Oh, pequeño mendigo! ¿Qué pides?
La brisa se lleva alegremente el tintineo de las campanillas que adornan tus tobillos.
El sol contempla sonriente cómo te vistes.
El cielo está atento a tu sueño cuando duermes en brazos de tu madre, y por la mañana se acerca de puntillas a tu cuna para besarte los ojos.
Las campanillas tintinean alrededor de tus graciosos tobillos y su alegre son se esparce con la brisa.
El hada de los sueños cruza el crepúsculo volando hacia ti.
La madre universal tiene su trono junto a ti, en el mismo corazón de tu madre.
Hasta ti descendió aquél cuya música sólo perciben las estrellas, y está tocando su flauta ante tu ventana.
Y el hada de los sueños cruza el crepúsculo volando hacia ti.

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